Sin lugar a dudas, tu perspectiva de Dios moldeará tu perspectiva de tus circunstancias. Tu teología es como un lente a través del cual examinas la vida. Esto significa que nunca llegas a una circunstancia desde algún punto de feliz neutralidad. Tú y yo siempre estamos evaluando nuestra situación desde el punto de vista del asombro vertical o de la falta de asombro. De alguna manera, al igual que los hijos de Israel, siempre nos estamos haciendo cinco preguntas profundamente teológicas, y la manera en que las contestamos nos conducirá a la esperanza o al pánico.
Es importante decir que, de alguna forma u otra, respondes estas preguntas cada día. Cada día tú y yo razonamos teológicamente sobre nuestras vidas. De esta manera, puede que nuestra vida diaria esté siendo influenciada por nuestra teología funcional más que por nuestra teología formal. La teología que adoptamos inconscientemente puede diferir significativamente de la teología que decimos creer cuando hacemos compromisos teológicos conscientes. El Dios de nuestros esquemas formales puede ser muy diferente del Dios en el que pensamos diariamente en esos momentos en que somos inconscientes de que estamos pensando en Él. Cada día te haces y contestas estas importantes preguntas teológicas, seas pastor, programador de computadoras, secretaria, estudiante o plomero. Y lo haces influenciado por el asombro vertical o por la amnesia del asombro.
1. ¿Es Dios bueno?
Puedes estar seguro de que la bondad de Dios te confundirá. Verás, lo que parece bueno desde la perspectiva perfecta y eterna de Dios no siempre nos parece bueno. Es difícil aceptar que Dios sabe qué es lo mejor para nosotros. Es difícil aceptar que Dios puede utilizar las dificultades para algo bueno en nuestras vidas, por lo que nos resulta difícil confiar en Su plan. Y, nuevamente, el asunto del asombro está detrás de esto. Si vivo en el centro de la capacidad de asombro que Dios me dio —es decir, si el asombro por mí mismo ha reemplazado el asombro por Dios— entonces invariablemente concluiré que Dios no es bueno, y me quejaré por todo.
Si estoy en el centro, definiré lo bueno como todo aquello que sea cómodo, predecible, placentero, natural y fácil. La buena vida será la vida fácil porque el asombro por mí mismo habrá reemplazado el asombro por Dios como la principal motivación de mi vida. Así que cuando llega la dificultad, mi respuesta teológica automática será preguntarme por qué Dios está haciendo lo que hace y dudar de Su bondad. En mis primeros días de ministerio, me sorprendió que muchas de las personas a las que aconsejaba estaban enojadas con Dios y asumían que Él no era bueno.
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"Su bondad es el fundamento de todas Sus asombrosas cualidades.
Él nunca piensa, desea, dice o hace lo malo.”
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Y aquí está lo peligroso de este tipo de pensamiento. Como he mencionado anteriormente en este libro y en otras partes, si te permites dudar de la bondad de Dios, dejarás de seguir Sus mandamientos y dejarás de acudir a Él en busca de ayuda porque ya no confías en Él. Pero Dios sí es bueno. Su bondad es el fundamento de todas Sus asombrosas cualidades. Él nunca piensa, desea, dice o hace lo malo. Él es la definición de todo lo que es bueno, justo y verdadero. Todo lo que hace es bueno en todos los aspectos. Su bondad es tan gloriosa que debería dejarnos sin aliento, en silencio y maravillados. Y si Su bondad nos maravilla, no temeremos en tiempos de tribulación y no nos negaremos a hacer las cosas difíciles que Él nos llama a hacer.
Desearía poder decir que nunca he juzgado ni cuestionado la bondad de Dios, pero sí lo he hecho. Durante tres años hospedé a mi padre anciano, cuyo pecado había devastado a nuestra familia. Yo esperaba ser usado por Dios para que él se arrepintiera de su pecado, pero nunca sucedió. Un día cayó por las escaleras, quedó en coma y murió. Desde mi perspectiva, no había salido nada bueno de todo aquello. Haberlo hospedado parecía haber sido un enorme desperdicio. Estando en un ascensor del hospital, comencé a descargar toda la ira que había estado acumulando en mi interior. Menos mal que estaba solo. La manera en que cuestioné la bondad de Dios me asustó. Fue humillante que por un breve instante me permitiera pensar que sabía más que Dios, que mi “bondad” era mejor que la Suya. ¿Qué hay de ti? ¿El asombro por la bondad de Dios le da sentido a tu vida? ¿O las dificultades de la vida te llevan a cuestionar Su bondad?
2. ¿Cumplirá Dios lo que prometió?
Pocas preguntas en la vida son más importantes que esta. Debido a que todos somos pequeños y débiles, a que realmente no sabemos lo que sucederá en el futuro y a que Dios nos llama a hacer cosas difíciles, necesitamos saber que Sus promesas son confiables. ¿Estará Él siempre con nosotros? ¿Suplirá todo lo que necesitamos? ¿Nos perdonará? ¿Será Su amor eterno? ¿Continuará Su obra de gracia hasta que esté completa? ¿Nos proporcionará la guía y protección que necesitamos? ¿Lo hará?
Las promesas de Dios están diseñadas para motivarnos. Su propósito es infundirnos esperanza y valentía. Son poderosas para vencer nuestros sentimientos de soledad, incapacidad y miedo, y para darnos paz cuando nos rodean el caos y la confusión. Las promesas de Dios están diseñadas para asombrar tu mente y darle descanso a tu corazón. Son regalos de gracia para ti. En lo profundo de tu corazón, sabes que no mereces las bendiciones que Él derrama sobre ti. Sus promesas deben producir asombro por Él y hacer que te maravilles de la gloria de Su gracia. Sus promesas están diseñadas para ser la forma en que interpretas y le das sentido a tu vida.
Me sorprende el número de creyentes a quienes he visto sumergidos en un estado de parálisis espiritual porque ya no creen en las promesas de Dios. Como no creen en las promesas de Dios, no tienen razones para seguir haciendo las cosas radicales que Dios llama a Sus hijos a hacer. Si la duda reemplaza al asombro, pronto renunciarás a las disciplinas de la vida cristiana. Tu problema no es que la vida sea difícil. Tu problema es que has perdido el asombro por el Dios que hizo las promesas que antes motivaban tu forma de lidiar con la vida. ¿Tienes la esperanza y la valentía que resultan de creer en las promesas de Dios? ¿O cuestionas su confiabilidad?
3. ¿Está Dios en control?
Es fundamental que tu asombro descanse en esto. De alguna forma, todas las demás preguntas se basan en esta. No haría ninguna diferencia en la vida si Dios no gobernara los lugares que se resisten a Su bondad. La confiabilidad de las promesas de Dios depende de la extensión de Su control. Él solo puede garantizar Su intervención donde tenga control absoluto. ¿De qué sirve Su poder si carece de la autoridad para ejercerlo? No sirve de nada saber que Dios está en control si Él no gobierna las circunstancias en las que Su cuidado es esencial. Sí, todo el consuelo que nos ofrecen las asombrosas cualidades de Dios se basa en Su control soberano sobre toda situación, lugar y persona.
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“Sí, todo el consuelo que nos ofrecen las asombrosas
cualidades de Dios se basa en Su control soberano
sobre toda situación, lugar y persona.”
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Pero aquí está el problema: a simple vista, tu mundo no parece estar bajo un control cuidadoso y sabio. De hecho, por momentos parece estar completamente fuera de control. Esto nos lleva de regreso al mismo punto donde nos han llevado las otras preguntas. ¿Vas a dejar que sean tus circunstancias las que te digan quién es Dios, o que sea la asombrosa revelación de Dios sobre Sí mismo la que interprete tus circunstancias? Verás, las personas que viven con miedo, que se atormentan con demasiadas preguntas de tipo “¿y si...?” o que no logran apagar su cerebro cuando se van a dormir no tienen un problema de circunstancias; tienen un problema de asombro. En esas situaciones donde no tenemos el control, solo podremos descansar cuando estemos asombrados por Aquel que las controla para Su gloria y nuestro bienestar.
El problema principal de las personas que creen que tienen que estar en control no es uno de poder; tienen un problema de asombro que les produce un hambre de poder. Una falta de asombro por la soberanía de Dios causa que traten de establecer su paz personal y su seguridad mediante el control personal. ¿Qué hay de ti? ¿Has sido liberado de tu temor y de tu necesidad de estar en control por el asombro que produce la soberanía infinita de Dios?
4. ¿Tiene Dios el poder necesario?
¿Cómo mides el poder de Dios? ¿Cómo pueden mentes débiles entender algo infinito? Las Escrituras nos dicen que Dios viene a nosotros con el mismo poder que levantó a Cristo de los muertos. ¡Esa es la definición de poder absoluto! ¿Qué sería más poderoso que la capacidad de infundir vida a un cuerpo muerto? ¿Cuál podría ser una mejor definición de poder omnipotente que el ser capaz de levantarse y caminar después de estar muerto? No existe lugar en donde los seres humanos sean más impotentes que ante la muerte.
Si has experimentado la muerte de algún ser querido, sabes a qué me refiero. Permanecí junto a la cama de mi madre después de que ella murió, deseando tener una última conversación con ella, anhelando poder escucharle decir “te amo” una última vez, deseando que ella pudiera tomar mi mano y decir que todo estaría bien. Lo deseaba con todo mi corazón, pero ella se había ido y yo no podía hacer nada al respecto.
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“El poder de Dios es tan grande que Él gobierna
la vida y la muerte.”
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El poder de Dios es tan grande que Él gobierna la vida y la muerte. Ahora, esta es la razón por la que esto es importante. Solo podrás tener paz ante tu propia debilidad, tus fracasos y tu incapacidad cuando seas asombrado por el maravilloso poder de Dios. Solo podrás hacer lo que no tienes la capacidad natural de hacer cuando sepas que el asombroso poder de Dios está contigo. El asombro por el poder de Dios produce valentía ante la debilidad. El asombro por el poder de Dios permite que admitas tus límites y aun así vivas con valentía y esperanza. El temor, la negación, el esconderse, excusarse o huir no son principalmente problemas de debilidad, sino problemas de asombro. Puedo enfrentar lo que es más grande que yo porque sé que Aquel que está conmigo es más grande que lo que estoy enfrentando. ¿Qué hay de ti? ¿Cuánto de lo que haces lo haces por miedo y no por fe? ¿Cuán frecuentemente eres paralizado por tu debilidad? ¿Vives con valentía a la luz de tu asombro por el poder de Dios?
5. ¿Tiene Dios cuidado de mí?
Quizá sea esta la pregunta de la que somos más conscientes. Es la pregunta que se hace el niño que es acosado en el colegio. Es la pregunta que se hace la esposa que observa cómo su matrimonio se derrumba. Es la pregunta que se hacen los padres que terminan exhaustos después de un día difícil con sus hijos. Es la pregunta que se hace la mujer soltera, el hombre que perdió su trabajo y la persona que tristemente tuvo que abandonar la iglesia por su mala doctrina; la que se hace el débil anciano que sufre y el enfermo que lucha contra una enfermedad crónica. Es la pregunta que te haces cuando observas que la cultura que te rodea va de mal en peor.
El cuidado de Dios es fundamental. Me permite saber que todos Sus atributos operan a mi favor. Su cuidado significa que será bueno conmigo. Su cuidado significa que hará lo que me ha prometido. Su cuidado significa que ejercerá Su control a mi favor. Su cuidado significa que desatará Su asombroso poder a mi favor. El asombro por Su cuidado me permite abrazar la esperanza que me dan todas sus demás cualidades. La Biblia nunca cuestiona el cuidado de Dios; lo asume y lo declara. Te confronta con la naturaleza de Su misericordia, amor, paciencia, gracia, ternura y fidelidad. Él es el Padre más amoroso. Él es el único Amigo que es completamente fiel, el que permanece más cerca que un hermano. Él nunca te abandonará. Él es el que no te envía si no va contigo. Es tu protector, guía, defensor, maestro, salvador y sanador. Él nunca se burla de tu debilidad, sino que te fortalece. Nunca utiliza tu pecado contra ti, sino que te otorga el perdón. No tiene favoritos, nunca se da por vencido contigo; no se agota ni desea renunciar. Nunca es desleal. Su cuidado es tan asombroso y completo que nada de lo que experimentes en tu vida se le compara. ¡Él tiene cuidado de ti!
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“Él es el que no te envía si no va contigo. Es tu protector, guía,
defensor, maestro, salvador y sanador.”
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¿Qué hay de ti? ¿Atraviesas tiempos de desilusión y quejas porque te has permitido dudar de Su cuidado? El tamaño de tu esperanza es directamente proporcional al nivel de tu asombro por el cuidado de Dios.
Así que toda queja y todo gruñido es profundamente teológico. Nuestro problema no es que la “buena vida” nos haya abandonado, que las personas nos hayan fallado o que la vida haya sido difícil. Todas estas cosas nos suceden porque vivimos en un mundo caído. Y si nuestro contentamiento se basa en que la vida sea fácil, cómoda y placentera, no tendremos contentamiento en este lado de la eternidad. Nos quejamos demasiado no porque tengamos problemas horizontales, sino porque tenemos un problema vertical. Solo podrás tener gozo cuando el asombro por Dios gobierne tu corazón, y lo tendrás aunque otros te decepcionen y la vida sea difícil. El asombro significa que tu corazón se llenará reconociendo la bendición más que la necesidad. Serás maravillado diariamente por lo que se te ha dado, en lugar de sentirte perturbado constantemente por lo que crees necesitar. El asombro produce gratitud, la gratitud infunde gozo, y el resultado del gozo es el contentamiento.
Es muy probable que te quejes el día de mañana, y cuando lo hagas, clama al Salvador por ayuda. Solo Él puede abrirte los ojos para que contemples Su gloria. Solo Su gracia puede satisfacer tu corazón. Y mientras clamas, recuerda que Él es tan rico en Su gracia que siempre escuchará tu clamor.
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Este artículo fue adaptado de una porción del libro Asombro, publicado por Poiema Publicaciones.
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Páginas 103 a la 110