Si debemos mostrar una imagen del evangelio mediante nuestro amor unos por otros, esto debe tener lugar en una congregación local con personas que han hecho juntas un pacto en amor para ser una iglesia. No es un amor abstracto, sino un amor para personas que viven en el mundo real. No puedo decirte cuántas veces he escuchado de parte de no creyentes que la iglesia les resultó extraña, pero lo que les atrajo a la comunión fue el amor que había entre sus miembros.
Pero el evangelio es proyectado no solamente a través de nuestro amor. ¿Has pensado alguna vez en cuántas instrucciones bíblicas Dios ha diseñado para la iglesia que, si se siguen correctamente, sirven como proclamaciones del evangelio?
Al buscar una cultura de evangelización, no rediseñamos la iglesia para la evangelización. En vez de esto, permitimos que aquellas cosas que Dios ya ha diseñado para la iglesia proclamen el evangelio. Jesús no se olvidó del evangelio cuando edificó su iglesia.
Por ejemplo, los bautismos son imágenes de la muerte, la sepultura, y la resurrección de Jesús. Estas imágenes muestran cómo su muerte es nuestra muerte y cómo su vida es nuestra vida. La Santa Cena proclama la muerte de Cristo hasta que él regrese y nos lleva a confesar nuestros pecados y a experimentar el perdón una vez más. Cuando oramos, oramos las verdades de Dios. Cantamos las grandes cosas que Dios ha hecho por nosotros a través del evangelio. Damos financieramente para hacer avanzar el mensaje del evangelio. La predicación de la Palabra presenta el evangelio.
De hecho, para empezar, la predicación de la Palabra de Dios es lo que forma la iglesia. Y, una vez que está formada, a la iglesia se le da la tarea de hacer discípulos, quienes son luego enviados a predicar el evangelio para formar nuevas iglesias. Este ciclo ha venido sucediendo desde que Jesús ascendió al cielo y continuará hasta que regrese.
Extraído de La evangelización de J. Mack Stiles