¿Cómo nos podemos asegurar de que el evangelio en el que creemos es el verdadero?
"Pero, aun si alguno de nosotros o un ángel del cielo les predicara un evangelio distinto del que les hemos predicado, ¡que caiga bajo maldición!" Gálatas 1:8
Ya que el verdadero evangelio es tan crucial, y tan a menudo y fácilmente invalidado, esto despierta en nosotros una pregunta inquietante: ¿cómo podemos asegurar que el evangelio que nosotros creemos es en realidad el verdadero? ¿Cómo sabemos que no es solo un evangelio que nosotros sentimos que es verdad o que nos dijeron que es verdad o que pensamos que es verdad o que nos suena como verdadero, sino que es un evangelio que es verdad, objetivamente, y por lo tanto puede salvar real y eternamente?
Pablo establece, en el lenguaje más fuerte posible, una plomada para juzgar todas las afirmaciones de verdad, ya sean externas (de maestros, escritores, pensadores, predicadores) o internas (sentimientos, sensaciones, experiencia). Ese estándar es el evangelio que él (y todos los demás Apóstoles con A mayúscula) recibió de Cristo y enseñó, y que se encuentra en esta carta y a lo largo del resto de la Biblia.
“Si alguno de nosotros... les predicara un evangelio distinto... ¡que caiga bajo maldición!” (v 8). Aquí tenemos cómo juzgar a las autoridades externas, por ejemplo los maestros humanos o los líderes institucionales humanos, o incluso los oficiales ordenados por una jerarquía eclesiástica.
Llama la atención que al decir “nosotros”, Pablo mismo se incluye como una autoridad humana. Está diciendo que él debe ser rechazado si alguna vez dice: He cambiado de opinión acerca de lo que es el evangelio. Como él nos dirá, el evangelio no llegó a él por medio de un proceso de razonamiento y reflexión; él lo recibió, no lo desarrolló. Así que él no tiene la libertad para alterarlo por medio del razonamiento y la reflexión. En Gálatas 2, Pablo nos dirá que su evangelio fue confirmado por otros que también habían recibido el mensaje por medio de la revelación del Cristo resucitado. Este consenso apostólico –este “depósito del evangelio” original dado por Cristo– es, por lo tanto, el criterio para juzgar todas las afirmaciones de verdad, desde el exterior y desde el interior.
Esto es muy importante. Pablo está diciendo en el versículo 8 que incluso su autoridad apostólica proviene de la autoridad del evangelio, y no al revés. Pablo les está diciendo a los gálatas que lo evalúen y lo juzguen, tanto a él como apóstol como a su enseñanza, con el evangelio bíblico. La Biblia juzga a la iglesia; la iglesia no juzga a la Biblia. La Biblia es el fundamento para la iglesia y la creadora de la iglesia; la iglesia no es el fundamento para la Biblia o la creadora de la Biblia. El creyente debe evaluar a la iglesia y a su jerarquía, con el evangelio bíblico como el criterio para juzgar todas las afirmaciones de verdad.
Tampoco nuestra experiencia personal es la plomada final para la verdad. No juzgamos la Biblia por nuestros sentimientos o convicciones; juzgamos nuestras experiencias por la Biblia. Eso significa que si un ángel literalmente se apareciera ante una multitud de personas y enseñara que la salvación es por buenas obras (o cualquier cosa excepto solo por la fe solo en Cristo), ¡deberías literalmente echar al ángel! (v 8). Cuando Pablo dice: “Si nosotros o un ángel...”, da un amplio resumen de la correcta “epistemología” cristiana –cómo saber lo que es verdad.
Extraído del libro "Gálatas para ti" de Timothy Keller